El work in progress que presenta Alegría González Planás (que ya en su nombre trae algunos indicios de ofuscación), aborda las historias laterales de los archivos del terror. Explorar este tipo de fondos documentales es una práctica difícil y dolorosa por lo que implica histórica y socialmente este capítulo para la memoria paraguaya. Sin embargo la aproximación de Alegría resulta curiosa puesto que no explora las zonas del terror nacional desde la obviedad de lo explícito, sino a través de los materiales que suelen ser ofuscados en los archivos institucionales. Ya sea lo que Ann Cvetkovich llama “archivos de sentimientos”, aquellos constituidos por materiales inusuales, sensibles y emocionales que, tal como el trauma mismo, cuestionan las formas convencionales de la documentación; o bien, aquello que es inaccesible por su proliferación neutral.
La investigación de Alegría González aborda el estatuto de lo que ha sido recopilado por la Comisión de Verdad y Justicia, organizado con nombres genéricos y aparentemente neutrales (R007F1560, R008F0074, R008F0075, R008F0227 ... ) como una letanía que en la retórica de la imparcialidad, pone en práctica operaciones de ofuscación de la memoria. ¿Qué nos dice R008F0074 o R008F0075 de un proceso histórico, político y social con implicaciones subjetivas e identitarias? Probablemente poco, y de esta forma es que el proyecto “Ofuscación” nos invita a preguntas en torno a la naturaleza de los archivos y a cómo se articula la memoria (o la desmemoria) a través de ellos.
Tal como sucede en la red, a veces la aparente neutralidad, sumada a una cantidad ingente de posibilidades (que no son tantas alternativas sino más bien repeticiones de lo mismo), deviene borradura y enclave para la ceguera. Son necesarias las exploraciones inusuales, las inspecciones inesperadas, una archivística distinta que cuestione y repiense otras formas la memoria y con ello, lo que en la realidad produce.
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